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14/6/10

birra y perdiz presenta a gran viernes, los ginkas y kokoshca

Las fiestas Birra y Perdiz son para aprovecharlas al máximo, y esta no iba a ser para menos. Una gran parte del todo nuevo Madrid y de personajes históricos indies estaban por allí; que me acuerde, vi a Punsetes, Cohetes, Claveles, Mondo Bruttos, Clovis, Meteoros, Hello Cucas, Spicnics, Directivos y a un buen montón de estupendos diseñadores, promotores, editores, fanzineros y gente pintona que anima este tipo de cotarros.

Desconozco la idea que tiene la gente de fuera de Madrid de lo que puede parecer un evento de este tipo y, para despejaros las dudas, os puedo asegurar que aún somos muy pocos los que nos atrevemos a presenciar estas propuestas y que, una vez que te metes en el circuito, sueles ver las mismas caras en lugares diferentes. Es la cosa de la minoría, justo en un fin de semana cuando, en otro punto de Madrid, se celebraba la antítesis y la locura en forma de festival ultra patrocinado y masificado. Pero de eso se trata: el disfrute de la grandeza de lo pequeño como respuesta al horror de lo grande.

El caso es que allí estábamos – en buena compañía – para saborear tres magníficas iniciativas gentileza de un sello discográfico que aún tiene narices para meterse en este tipo de berenjenales y que, con un magnífico criterio, ha retomado la estupenda filosofía de la auto edición para poner de manifiesto que, en este decadente Siglo XXI, aún tiene vigencia el siempre alabado espíritu del “háztelo tú mismo”.

Apenas nadie había escuchado a El Gran Viernes (ni yo siquiera sabía lo que iban a ofrecernos), y su presentación fue toda una sorpresa. Este trío de Madrid, surgido de las cenizas de los reivindicados Crono, nos dieron una bofetada de rock con toques de psicodelia y con letras muy de nuestros tiempos. El sonido era realmente contundente, y sonaron con una fuerza increíble. No miento si dijera que me recordaron a los primeros Oasis en sus momentos más potentes. De hecho, su cantante y guitarrista no es otro que Ernesto, el gran músico y técnico de sonido encargado de limpiar y pulir los discos de Birra y Perdiz. Todo queda en casa y, con cosas así de buenas, imagino que las puertas están siempre abiertas.

Luego llegaron los Ginkas, que son cuatro chicos, a los que se unieron dos chicas sobre el escenario. Este grupo tiene unas canciones magníficas, y desde aquí recomiendo encarecidamente la adquisición de su maqueta de presentación Pim-Pam-Plona, que tiene cinco canciones de pop desenfadado y esencial – incluyendo una versión del Fórmula 86 de Meteoro, que también tocaron y dedicaron a Alfonso Melero, quien se encontraba presente entre el público - a la espera del lanzamiento de su disco en Birra y Perdiz. El punto negativo estuvo en la acústica de la sala, que hacía que el resultado final sonara un poco enmarañado y que no hiciera justicia a los grandes temas que son capaces de interpretar y que estoy convencido van a dar más de una alegría en el futuro.

Lo único que cambiaría a este grupo tan increíblemente bueno es su imagen. Es algo a lo que he estado dando vueltas, y siempre llego a la conclusión que tienen de todo para arrasar, excepto ese toque mágico - sobre todo las chicas, que seguro que son encantadoras, pero necesitan lucir un aspecto así como más impactante. Les recomiendo que se pongan en contacto con la Punseta para hablar del tema.

Me da mucha rabia ver el poco reconocimiento que están teniendo estas aventuras. Como seguidor de este sonido norteño de pop-punk-loqueseabilly con grupos como los desaparecidos Muebles, Karatekas, Ginkas, Foralettes, la Otra Gloria, Sfinters y alguno que otro más, pienso que si esto hubiera pasado en Madrid o Barna, se hubiera desatado una locura colectiva pero ... vaya ... han decidido hacerlo en lugares remotos alejados de los grandes centros donde se cuecen las “escenas”. Tenemos que hacer algo para cambiar esta situación.

Y llegan Kokoshca. Máxima expectación después del siniestro y espectacular La Fuerza. No es para menos. Suenan mucho más potentes desde la última vez que los vi, hace ya más de un año. Con un directo buenísimo en el que se intercambian instrumentos como Yo La Tengo, nos regalaron un puñado de joyas que se quedaron cortas por culpa del toque de queda de Gallardón a las salas madrileñas. Pero ya se sabe lo que se dice sobre la brevedad y lo bueno y, en esta ocasión, ese dicho se cumplió perfectamente. A destacar la locura desatada entre sus fans, quienes besaron la mano de la cantante, berrearon de lo lindo y escenificaron sus canciones e incluso hicieron una conga en primera fila mientras que el grupo desgranaba sus cantos sobre el pesimismo y el mal rollo – en clave poppunk, claro está. ¡Ah!, ya sé que estoy pesadito con el tema, pero también enviaría a su cantante a la Punseta, por lo mismo de antes.

Pero todo no se queda aquí. No os olvidéis que, además de acudir a los conciertos, también se pueden adquirir los artefactos publicados por todos estos grupos, algo esencial para apoyar eso que tanto nos gusta y que se llama música.

¡¡¡ A por ellos !!!

(las fotos son cortesía de birra y perdiz y el texto todo un detalle de federica pulla)

29/3/10

conciertos: go kart mozart, 27/4/10, neu! club, madrid

el pasado sábado lawrence volvía a madrid para dar un concierto 23 años después de su última actuación en la capital y a nosotros nos hubiera encantado poder estar presentes allí para verlo, pero no pudimos. así que tuvimos que pedir el favor al amigo federica pulla para que nos hiciera la crónica del concierto de go kart mozart, sin duda, una de las visitas de los últimos años. esto fue lo que nos contó, con foto incluida desde su móvil:
Lawrence se ríe del mundo en sus discos y sobre el escenario. Y ayer lo dejó bien claro en Madrid.

Quien fuera pensando disfrutar del más ligero atisbo de sus momentos gloriosos en Felt lo llevaba claro, porque su concierto de poco más de media hora de duración fue una auténtica declaración de glam/pop/punk, totalmente alejado de los arpegios y de las florituras sonoras de su época dorada. En poco más de treinta minutos, Lawrence y sus acompañantes dieron una patada en la boca a la generación Glee y nos regalaron un estudio de lo más anticool que uno pudiera imaginarse. Allí no hubo la más mínima concesión a la estética. Los tres músicos acompañantes (y el propio Lawrence) representaban la imagen más contraria al prototipo de chicos jóvenes, guapos y atractivos, y quizá ahí radica el encanto de esta propuesta, ya que no todos los días podemos disfrutar de una actuación que parecía haber sido reclutada de un casting de saldo con toda una leyenda al frente. A veces daba cosita verlos y otras resultaban encantadores, pero es que Go-Kart Mozart es así, una pura contradicción, un canto a la independencia y una oda a la valentía sobre lo que significa ir contracorriente. ¿Se puede pedir más?

El repertorio se limitó a canciones de los dos discos publicados de Go-Kart Mozart. Nada de Denim, ningún tema nuevo y, por supuesto, la magia de Felt totalmente ausente. Un puñado escaso de canciones llenas ironía y mala leche y, como concesión extraordinaria, un bis en donde volvieron a interpretar (de nuevo) otro tema que ya habían tocado unos minutos antes. ¡¡Tócate las narices!! Si eso no es actitud punka, que venga Sid y que me lo diga.

Pobre Lawrence, quién te ha visto y quién te ve, dirán algunos. Pero a él parece darle todo igual y vive en un mundo paralelo en donde la genialidad se mezcla con el desequilibrio, el chocolate con el chicle y la pimienta con el azúcar. Lo mismo que su compañero de generación Dan Treacy, con el que comparte un cierto paralelismo como figuras de momentos gloriosos de un pasado ortodoxo a los que la vida les ha dado más de un palo, ambos han llegado a nuestros tiempos rodeados de un aura que les coloca más allá del bien y del mal y que hace que les perdonemos cualquier desmadre, como si de auténticos abueletes malhumorados se trataran. Me da miedo pensar en qué nos hemos convertido, cuando tenemos el valor de acudir a un concierto sin saber qué va a suceder y asustados por el devenir de un personaje al que hemos visto brillar, apagarse, resurgir, estrellarse, desaparecer, regresar y dar tumbos por la vida.

Quizá por eso, el público del concierto de Madrid estuviera compuesto mayoritariamente por HISTÓRICOS de la escena independiente, aquellos que batallamos en los tiempos de Felt, seguimos las idas y venidas de Denim y continuamos disfrutando los desvaríos de Go-Kart Mozart. Así y todo, la sala estaba mucho más vacía de lo que se hubiera merecido el grupo y, especialmente, la muy admirable gente que organiza esos maravillosos conciertos de Pacific Street. Resulta vergonzoso que puedan regalarnos momentos irrepetibles como los que nos han proporcionado The Bats, Momus, Phil Wilson, The Lodger, Harvey Williams o Go-Kart Mozart y los supuestos amantes de la música decidan invertir su tiempo en asuntos más banales. Luego se quejarán de la falta de clubes y de actividades y gritarán que la ciudad se muere, cuando han tenido oportunidades únicas de presenciar auténticas burradas a las puertas de casa y las han desperdiciado por completo. Una penita.

Pero, por desgracia, así están las cosas en nuestro Madrid de 2010, en donde la apatía es la nota dominante y en donde la masa sólo parece asistir a eventos para lucir el palmito, sin importarles un rábano que también hay que premiar el esfuerzo de las personas y que se están perdiendo momentos en donde la magia se hace realidad en escenarios pequeños. Y la actuación de anoche fue uno de esos instantes inolvidables. Lawrence de Belgravia vino y había que estar allí para verlo.