30/11/11

la polinesia meridional, la casa azul (elefant) 2011

en realidad no tengo clara cuál fue la primera vez que escuché cerca de shibuya (seguro en viaje a los sueños polares) pero sí cuando recogí mi copia del almacén que green ufos tenía en la calle letamendi y como baldo me comentó que guille estaba entonces viviendo en la alameda. serían los días (y las noches) de los chicos mond y las demos de la chufa. días que yo viví muy desde fuera pero con la emoción de quien empezaba a descubrir algo que no sabía que existía.

después llegaría mi primer concierto de la casa azul, precisamente en el mond club, con todo en mi contra y una extraña sensación de euforia en plena caída libre. allí estaba fede riéndose de mi ridícula pose de poppie y silvia niza sobre el escenario cantando dame estrellas o limones. y yo perdido con mi bolso rojo de adidas y mi camiseta de loreak mendian recien comprados, bailando las canciones del sonido efervescente justo antes de que se publicara tan simple como el amor.

entre ese concierto y el de la fiesta de juan de pablos solo habían pasado unos meses y unas cuantas cartas sin remite. una inmensidad. y en la sala siroco, mientras guille, escondido tras su gorro de pescador, interpretaba sus canciones, fran y yo jugábamos a inventarnos universos que no existían, imaginando futuros que aún estaban por decidir entre cubatas de ron cubano.

pero el día que comprendí que la casa azul era el grupo de mi vida fue con amaya, en el contempopránea, en plena catarsis colectiva. en esa ladera, en plena actuación, cris subía a hombros a silvia y guille al verlo perdía el hilo de la canción y tenía que repetirla, mostrando de golpe esa fragilidad que el subidón del concierto había logrado disimular. y por eso, cuando la casa azul se presentó a eurovisión un par de años después, nosotros éramos los primeros delante del televisor, votando (hasta seis veces, dos amaya, dos mateo y otras dos yo) por la revolución sexual, pensando en fabricar un mundo mejor a través de la televisión.

y ahora, escuchando las canciones de la polinesia meridional mientras escribo estas líneas como el que escribe su última crítica, con la piel de gallina en cada estrofa y temblando de emoción justo cuando guille canta eso de hoy solo creo en philadelphia, cuando se dispara el estribillo de la fiesta universal o, especialmente, cuando silvia le reclama que, de una vez por todas, se deje llevar y abandone su exagerado dramatismo, alguien me susurra al oído que hable de lo sobreproducido que está el disco, de que la fresca inocencia del sonido efervescente quedó ya lejos o de que cada canción consigue dejarte completamente exhausto en solo tres minutos, como si de toda una sesión de música disco 70s se tratara. y, por supuesto, no le hago ni puto caso, me seco las lágrimas, me pierdo otra vez entre las guitarras de sucumbir y decido que la polinesia meridional va a ser (de nuevo la casa azul) el remedio a mis miedos absurdos y mis nuevos temblores favoritos.

y puede que mañana todo se vaya al traste, que me quede sin palabras para seguir escribiendo, que le pierda el sentido a todo lo que me rodea, a mis sillas de vitra, mis tardes de sofá y los domingos de vinilo, pero sé que siempre estarán ahí amaya, mateo y discos como este para, una vez más, salvarme la vida y darle sentido a todo lo que a veces parece que ni la inercia lo defiende. y por eso solo queda gritar, ¡que viva la música! ¡que viva el amor! ¡vamos allá!

10 comentarios:

  1. Nos hacemos mayores y discos como este cada vez nos hacen más tener que bailar con lágrimas en los ojos.

    Yo no quería que "la polinesia meridional" me gustara, pero quien ha escrito este texto de arriba ha sido un poco el causante de que me parezca el disco que yo necesitaba en este momento. Me hacían falta canciones que me hicieran olvidar los momentos grises que me acechan, que acompañaran las tristezas que me llevo entre manos y que incluso me embobaran de tal manera que llegar a pasarme la salida de la autopista de camino al trabajo.

    Yo tenía toda una lista de prejuicios preparada para cuando saliera el disco y decir que probablemente la coraza pop con la que Guille maquilla las emociones es la misma de siempre pero con menos brío que siempre, y no es verdad, porque aquí vemos al Guille productor total, a ese artista único y necesario que necesitamos en este país en los tiempos que corren.

    También sería estúpido decir que lo del complejo de Peter Pan empezaba agonizar, porque en ese caso no sería el de Guille, sería el mío propio, y esa sensación de querer sentirme joven solo me la ha aportado este disco en mucho tiempo, así que considero que merece toda mi atención y que es digno de mi más sincera enhorabuena. No es que La Casa Azul lo haya vuelto a hacer, es que lo ha hecho como nunca antes.

    Y lo de tener la sensación de que uno está escribiendo su última crítica me pone triste, y recibir en el móvil los mensajes de Javi y Manolo comentando que sí, que es el disco definitivo me gustan pero a la vez me quieren doler... así que sigamos bailando con lágrimas en los ojos.

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  2. Yo de verdad que sigo sin entender lo de sobreproducido. Eso lo puede decir alguien que no ha escuchado a La Casa Azul nunca, pero de otro modo no me lo explico. Todos sabemos que es barroco arreglando los discos, pero joer, precisamente en este disco está todo hipercontrolado, perfectamente organizado, no se pelea nada con nada y todo funciona en una dirección como un conjunto, pero dándole movimiento y excitación. No hay nada aquí excesivo, ni más ni menos que lo que hay en muchas de las grandes producciones de los 60 y los 70. Eso no es sobreproducción, eso es talento.

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  3. formigones08:26

    buff manolo, tiene razón nacho con eso de la crítica definitiva...

    yo me lo compré ayer y lo vine escuchando de vuelta a casa en el coche, y me agobié, no era capaz de seguir una letra, me perdía entre esa producción tan barroca. en cuanto llegué a casa, y las obligaciones familiares me lo permitieron, me lo pasé al mp3 para poder escucharlo con calma con los cascos, y aunque creo que nunca va a ser mi disco favorito de LCA, el listón estaba muy alto, las letras están a un nivel superior, y (por desgracia) es demasiado fácil identificarse con ellas, una pena que musicalmente se me ha hecho monótono en algunos tramos (algo que jamás me había pasado con LCA), con las escuchas puede que cambie de opinión

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  4. es el disco definitivo, un año después de lo esperado pero sin decepcionar en lo más mínimo, llevo escuchándolo sin parar desde que lo compré el lunes en alta fidelidad y a cada momento descubro algo, un arreglo chulo, el sentido de una canción pero sobre todo las frases que te desarman, no sé cuál es mi canción favorita porque todas me alucinan, nos hacemos mayores y este disco es todo lo que pasa por mi cabeza y no soy capaz de expresar, lo que necesitaba escuchar y por supuesto bailar (aunque sea a solas y con alguna lagrimilla cayendo) gracias guille, de nuevo...

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  5. Un artículo impresionante. Enhorabuena.

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  6. Estas cosas que creo que estoy leyendo entre líneas preciosas, no me están gustando nada, pero nada.

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  7. yo este disco lo veo sobreproducido en el sentido de que me gustaría un sonido más limpio y menos recargado, como el que tenían las canciones de tan simple como el amor. pero creo que en este disco, como dice cris, guille ha estado mucho más controlado, o más atinado, al vestir los temas de la polinesia.

    vamos, que sí, que me encantaría volver a tener la limpieza de su primera época pero disfruto de igual forma el sonido actual, que me lleva a la euforia en cada estribillo donde guille se desgañita para convencernos a todos.

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  8. Anónimo11:44

    Estremecedora crítica. Como estremecedoras son las letras de este disco que, por fortuna, suena como tiene que sonar o sus letras nos matarían de tanta realidad.

    Es LCA. Es Guille. Y punto.

    M

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  9. aton12:34

    De canciones me quedo con "Europa Superstar", ¿no tenéis la sensación de que es lo más grande que nos ha pasado en el pop en mucho tiempo?

    Del disco, lo único que no me gusta del todo es que tenga algunos momentos al piano en plan íntimo, pero vamos, creo que le ha quedado inmaculado y por lo menos de nueve y medio.

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