fiesta, la bien querida (elefant) 2011

creo que no sabré explicar demasiado bien lo desubicado que me encuentro con el segundo disco de la bien querida, pero para intentar explicarlo tengo las siguientes líneas. la primera sensación que me dejó fue más o menos buena, pero la verdad es que con las escuchas se me fue quedando un sabor cercano al amargo o al agridulce que no me termina de gustar (el sabor, más que el disco). todos sabíamos que la frescura de romancero ya no iba a estar ahí, pero tampoco nos podíamos imaginar que los recursos cambiaran de esta manera, sin atender a nada en particular y peor aún, que nos fuéramos a dar de bruces con esa portada tan ¿cómo decirlo?

ana fernández-villaverde toma prestado de demasiados sitios y se ponga como se ponga, por mucho que quiera camuflar sus canciones detrás de un vals o un paso de semana santa, no conseguirá esconder su idea de baladón pop ni parecerse a otros que lo han intentado antes como joe crepúsculo o klaus & kinski. quizá con el reggaetón en queridos tamarindos o con el art-rock electrónico de piensa como yo esté más cerca de hacerlo, pero aún le falta mucho camino para que olvidemos que lo suyo está, manteniendo las distancias, más cerca de la canción melódica de cecilia o ¿por qué no? de josé luis perales. también vuelve a aparecer el guiño a los popemas de nosoträsh, ¿o acaso no podríamos encontrarnos sentido común entre las veinte del disco de las asturianas?

a fiesta teníamos que pedirle algo más que no nos ha dado, y no va a significar esto que sea un disco malo, ni mucho menos, pero sí que quizá no sea tan disfrutable como el primer trabajo. se me ocurre que se le podría pasar a ana por la cabeza la idea de un productor externo para el siguiente trabajo, porque sí, david está bien, es prácticamente media alma en la bien querida y pronto uno se da cuenta de que ha metido mucha mano en los temas más guitarreros (y con más toque de los planetas que de beef, quizá al contrario de lo que se podría pensar) como el hemisferio austral o me quedo por aquí, pero, por eso de utilizar un símil planetero, no debería hacer ascos a nuevas sensaciones