recordando discos: el artista adolescente, dar ful ful 2001

no sé si tiene algo de especial, de romántico, conocerse en un aeropuerto. con más miedo que complicidad, una cinta de cassette en la que sonaban, entre otras canciones, las del minicd de debut de dar ful ful y una fiebre que me tenía en una nube de paracetamol. no sé si todas las relaciones comienzan en el último fin de semana de marzo, pero abril habla precisamente de empezar una que terminó con la voz de irantzu cantando eso de “no me habías hablado de este profundo pesar, no te imaginaba cansado de tu vida circular” y que solo se puede explicar con una canción de harvey williams detrás.

pero no. no quiero apropiarme del artista adolescente. ni me atrevería a intentarlo ni lo podría conseguir porque las historias que ahí se cuentan tienen tanto de personal y de nombres propios que sé que no estaría haciendo bien. lo que ocurriera en las vidas de xabi y marco y que les llevó a construir algo tan bello solo le pertenece a ellos y a quienes lo hubieran vivido con ellos. yo solo puedo acercarme a algunas anécdotas contadas en diferido, algunas historias dibujadas a lapiz y, por supuesto, a su música.

una música que no tuvo continuación y quedó, una vez más, como un iceberg flotando a la deriva en el océano. un iceberg al que el tiempo no logra derretir porque somos muchos los que nos hemos enamorado de este disco de igual manera a como nos enamoramos con un soplo en el corazón. y nos hemos empeñado en no dejar que la vorágine de la actualidad musical, que se parece más a un cruce de calles en shibuya que a otra cosa, nos lo oculte con su imposición a estar siempre al día.

porque el artista adolescente, ese disco que mira en dos direcciones (las que, maravillosamente retrata javier en su portada, que no se llega a comprender suficientemente hasta que no se conoce su historia), se retrató y nos retrató en un momento en el que había que ir decidiendo hacerse adultos y podría volver a hacerlo de nuevo. dibujarnos en una encrucijada que nos mantiene inmovilizados por el miedo a aceptar las responsabilidades que por inercia nos van llegando y que no sabemos asumir, al menos en soledad.

por eso el tiempo no juega sino a favor de unas canciones que no tuvieron continuación ni, seamos justos por una vez, tampoco precedentes. que surgieron en un momento en el que le teníamos hecho el hueco pero que, independientemente de ello, se lo merecieron por méritos propios y no solo por calmar nuestras ansias de encontrar a alguien que sustituyera el vacío musical que arrastrábamos desde 1994. un cd al que deberíamos volver cada vez que comprobemos que la vida nos obligó a elegir (¿la dirección acertada?).