si lo que he intentado hasta ahora ha sido de no mucho sentido común, este capítulo no sé ni por donde cogerlo. reducir a unas líneas toda una escena mundial de determinado momento es imposible, y más si desconozco gran parte de ella, pero está claro que en los noventa hubo mucho, muchísimo más que esos discos venidos desde bristol.
en la década pasada, incluso antes de llegar la globalización generada por internet, el pop ya había dejado de tener denominación de origen. por poner algunos ejemplos, en españa casi todo se lo debemos a dos sellos, elefant y siesta, que no solo publicaron casi todo lo referente a artistas nacionales (tal vez incluso en exceso), sino que abrieron mercado distribuyendo su música en paises como japón y publicando los discos de bandas de casi toda la geografía. suecia tiene un nombre claro desde hace ya quince años al hablar del pop, Johan Angergård, dueño del sello labrador y responsable directo de los discos de club 8 (licenciados en españa durante los noventa por siesta records), the legends o acid house kings. en estados unidos algunos de los sellos más representativos podrían ser shelflife o slumberland, cargados de discos maravillosos e imprescindibles (en el primero se publicó el único lp de rocketship, y en el segundo incluso estaban los españoles moving pictures y licenciaron a souvenir), y en australia the lucksmiths llevan desde 1993 publicando su música, demostrando que no solo de the go-betweens vive el país.
y (al menos para mí y no me atrevo a decir en qué medida) para quienes andábamos algo despistados, a más de uno seguro que el cd que la revista factory incluía en su número 22, con un recopilatorio de bandas de la distribuidora inane, nos abrió los ojos de todo ese pop que estaba ocurriendo a nuestro alrededor sin que nos diéramos cuenta. allí estaban the crooner, die moulinettes, the cherry orchard y otros muchos grupos que no hacían sino demostrar(me) que no todo se reducía a los discos de la buena vida o le mans, el soplo de family, y algún que otro allegado.
aunque si tuviera que quedarme con dos grupos de toda esta década, serían los responsables de los dos discos seleccionados, los escoceses belle & sebastian y los estadounidenses the magnetic fields. dos grupos que han trascendido los pequeños circuitos pero que, no deberíamos olvidarlo, empezaron de forma parecida a todos los que hemos citado en este especial. y con la intención de dejarlo más evidente aún, no em he decantado por sus discos más extendidos, sino que he escogido el debut de la por entonces banda de stuart e isobel, y el holiday de merrit y compañia, dos lps que se publicaron con medios mucho más modestos de los que disponen hoy.
holiday, the magnetic fields 1993
solo pronunciar el nombre de stephin merrit ya produce escalofríos. un artista con su sensibilidad, con su facilidad para hacer melodías pop, con su habilidad para crear atmósferas musicales absolutamente personales, y una capacidad literaria absolutamente fuera de lo normal, no es nada sencillo de encontrar.
y, a pesar de todo esto, he dudado si incluirlo o no aquí, ya que entiendo que su obra trasciende géneros y etiquetas, especialmente a partir de 69 love songs, pero al menos hasta get lost, podríamos aceptar el lo-fi pop de sus primeros discos dentro de los márgenes que me he establecido para este especial. y de todos, con seguridad este holiday es el que mejor encaja. electrónica de baja fidelidad, melodías que miran a la suecia de abba, a los clásicos de los sesenta y al synth-pop de los ochenta sin perder la ironía y pesimismo particulares de stephin merrit que, debido a la marcha de susan away, se ve obligado a coger el protagonismo cual crooner forzado por las circunstancias.
y las canciones, todas magníficas, pero lideradas por take ecstasy with me, un clásico del grupo que apunta al futuro de unos magnetic fields abandonados a la brutal capacidad compositiva de stephin, que desmenuza géneros para acercarlos a su particular forma de entender la música, y utilizarlos como vehículo para expresarse sobre el amor y las relaciones. porque ahí está el motor de casi toda su obra, en su obsesión por reflejar el amor desde todas las perspectivas posibles. y lo de holiday es solo el prólogo de lo que quedaba por llegar.
tigermilk, belle and sebastian 1997
hablar hoy en día de belle and sebastian no es lo mismo que hacerlo hace diez años. el éxito les ha correspondido, isobel se marchó del grupo, su música ha perdido parte del encanto y frescura que tenía, han pasado de enumerarles las referencias (felt, love, donovan, the velvet underground..) a ser ellos la influencia de muchos y han sido devorados por la maquinaria mainstream que todo lo convierte en dinero (sí, hasta las emociones que despierta la música).
pero, ay, quién le pone un pero a este disco publicado en 1996 en una edición de vinilo de solo 1000 copias con el sello electric honey, creado por los estudiantes de una escuela de musica, y perseguido por los fans hasta que jeepster decidió reeditarlo en 1999. un álbum donde se encuentra todo lo que hizo de belle and sebastian el mejor grupo independiente de la década. las letras de stuart murdoch, las melodías deudoras de la costa oeste norteamericana y el indie británico a partes iguales, la voz de stuart (y el posterior complemento de isobel) y ese algo intangible que les hace realmente especiales.
the state that i am in, she’s losing it, you’re just a baby, we rule the school, i could be dreaming... todos los temas de este lp son auténticos himnos para una generación no solo de fans, sino también de grupos que llevan idolatrando a los escoceses desde entonces. y sí, de acuerdo, hace ya tiempo que se perdió el glamour, pero que les quiten lo grabado a la, me atrevo a decir, banda más influyente del indie pop de los últimos diez años.
23/1/09
indiepop cap5: el indie lejos de sarah en los noventa
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Totalmente de acuerdo con el texto sobre Tigermilk. Es de lejos mi disco favorito de B&S. Cada canción es una obra de arte y suenan más frescos que nunca.
ResponderEliminartooooma otro par de absolutos imprescindibles... magnetic fields de los comienzos y el inicio de jeepster, el inicio de todo en la tercera glasgow
ResponderEliminarEsta época fue el principio del fin. Los sellos independientes - de verdad - dejaron de existir, llenándose el panorama de etiquetas pseudoindies asociadas a grandes multinacionales o, directamente, de gente que, en vez de querer hacer las cosas por libre, intentaban emular los esquemas de las multis. El trabajo de años echado abajo. Nunca jamás la cosa volvió a ser como antes. La pela. La puta pela. La ambición. El afán por comerse el mundo a costa de lo que fuera. Los viejos adalides de la (verdadera) inependencia también maduraron y vieron con escepticismo todo eso. Pero ya no había nada que hacer. Luego vino Internet y todo eso. Y lo twee. maldito twee made-in-USA y exportado a otros lugares más o menos civilizados. Menos mal que el supuestop desinterés de los jovencitos del Siglo XXI y el empuje de unos pocos están haciendo que la cosa haya dado un paso atrás más de 20 años para volver a la autoedición y, ¡¡¡ cómo no !!!, al regreso de una cierta "independencia". Al final, todo es cíclico.
ResponderEliminaruy, pues de eso quería hablar en el próximo para cerrar el especial: de internet, de la autoedición, de los pequeños sellos, de las webs...
ResponderEliminaryo creo que más que el fin fue solo un traslado de poderes. los indies de antes se hicieron mayores y les pasan sus no medios a gente nueva. ¿no?
ahora mismo, pienso, hay una escena bastante interesante.
Totalmente de acuerdo con la influencia de B&S y con que esta época supuso el inicio del fin. Al menos seguimos en esto y veremos lo que nos depara la próxima ¿revolución?.
ResponderEliminarhombre, yo más que el principio del fin lo veo como el principio de un cambio. actualmente hemos llegado a una nueva forma de entender la distribución. el mp3, la red, todo ha cambiado, pero no solo hay incovenientes en ello, ¿no?
ResponderEliminarPor estas épocas tengo mi vuelta a la vida social y voy enterándome un poco de la música que se hacía.
ResponderEliminarCoincido con Miguel en la pérdida de la independecia, es un ciclo habitual y normal; ya ocurrió con los sellos independientes de la nueva ola española que se vendieron todos al mejor postor o se llegaron a hacer verdaderas marcas del mercado más comercial. Supongo que igual ocurriría en UK a finales de los 70. Todavía recuerdo maravillas como el Spiral Scratch de los Buzzcocks con New Hormones...
Pero lo importante es que el cambio actual es demasiado profundo como para poder analizarlo todavía. La digitalización de la música a través del formato mp3 en 1996 y su difusión en un medio como Internet han creado y crearán un escenario todavía imprevisible, porque tiene tantas posibilidades, puede evolucionar de forma tan variada y variable que no podemos asimilar su potencial.
Saludos, Ignacio