juli bustamante i amics, 2 de 4

xesc nos comentaba por correo lo acertado del comentario de ignacio sobre el concierto del domingo. se ilusiona contándonos que aquello no va a ser un homenaje sino una fiesta, la mejor de las fiestas. y también nos enviaba este texto, aparecido originalmente en catalán en a viva veu, donde explica qué es lo que será la 2 de apolo este domingo.

nosotros lo reproducimos tal cual, en la segunda parte de este mini-especial dedicado a un autor fantástico del que todos tenemos que mucho que descubrir.

Julio Bustamante me lo descubrió una amiga, Miriam Garcia (Aias), no hará más de un par de años. Miriam es una persona de criterio y buen gusto, y me dijo que las canciones de Julio me gustarían mucho. Le hice caso, y tenía toda la razón del mundo; cuando oí por primera vez el disco Cambrers (Camareros) (Anec, 1981) se me giró la cabeza, casi literalmente. Tengo familia en Castellón, y desde pequeño que conozco la cultura valenciana de muy cerca (de hecho cada dos años me paso las navidades “plegant olives”, recogiendo aceitunas, como dicen allí), pero las canciones del Cambrers, aunque tienen un marcado carácter mediterráneo y hablan de la Valencia de aquél momento, constituyéndose en un retrato personalísimo de la época, me parecieron, por encima de todo, absolutamente universales. Entre la base rítmica trepidante, las melodías entrelazadas de guitarras, teclados, saxos y flautas y la voz de Julio, narrando las canciones desde un lugar en el que la voz es verdad, su verdad, una verdad personal, pequeña y sugerente que se hace presente desde la primera palabra, el Cambrers se me reveló de entrada como uno de los discos más brillantes, ágiles y evocadores que hubiese oído nunca.

Después me puse a investigar su discografía y resulta que Julio ha editado ni más ni menos que doce discos más, incluyendo el de Maderita, Vivir para creer (elvolcanomusica.com, 2010), un disco hecho con los músicos jóvenes del grupo valenciano Ciudadano. Siempre con canciones muy autorales, de aquellas que sólo pueden ser suyas, que lo constituyen en creador, la música de Julio es eminentemente vivencial, y si uno pasea por su discografía tiene la sensación de caminar con él por momentos diversos de su vida. Y lo mejor de todo es que Julio sigue activo, activo como siempre y últimamente como nunca, tocando con Maderita y haciendo conciertos y discos con Carlos Carrasco y Montse Azorín.

Y allí estaba yo una noche, pinchando para los compañeros de rodaje de Pop Ràpid (Canal 33 de Televisión de Cataluña), y poniendo Avions (Aviones), la canción más bailable y nocturna del Cambrers, entre Felt, Feelies, the Church y otros grupos de la vida, cuando Marc Crehuet, el guionista y director de la serie, me preguntó por la canción, entusiasmado y excitado como aquél a quien le acaban de contar un secreto que le puede cambiar la vida. La canción se convirtió en un must de nuestras noches, hasta el punto que Marc contactó con Julio para ofrecerle tocar en la serie, y nos puso en contacto con la propuesta de que Fred i Son le hiciésemos de banda. Los compañeros del grupo estuvieron encantados, y nos animamos a montar un concierto conjunto en el bar Heliogábal.

Cuando fui a recibir a Julio a la estación de Sants para ir juntos a la prueba de sonido del concierto del Helio tuve claro que nos haríamos amigos. Es un hombre estilizado, alto y delgado, que mira con la mirada profunda de quien ha vivido la vida con una intensidad radical y a la vez con la inocencia juguetona de quien no ha parado nunca de buscar, de perseguir la belleza, de bebérsela a tragos profundos, de ir detrás de la más esquiva de las amantes posibles. Las conversaciones con él eran una lección constante de vida, de música, de amistad y de sencillez, y el concierto en el Heliogábal y la grabación de Avions para Pop Ràpid un verdadero honor, además de otra lección, en este caso de directo. Los dos días de Julio en Barcelona pasaron volando y con sus luces encendidas, como los aviones. Después de unos meses Julio nos invitó a tocar en Valencia para celebrar su “50 + 10” cumpleaños, como decía él bromeando, y nos abrió las puertas de casa, de la suya y de la de Lucas, su hijo, que tiene nuestra edad. Fue un fin de semana entrañable, que supuso la constatación de la amistad de Julio con todos los que fuimos: los Fred i Son, Jordi Irízar, que nos acompañó a la batería, y Marc Andreu, compañero de Xavi en Senderos y amigo del grupo.

Después de estas experiencias estuve reflexionando. Uno siempre quiere que lo que le gusta guste también a todo el mundo, que todo el mundo sea partícipe de aquellas obras, ya sean libros, películas, canciones o discos, que hacen que se te muevan cosas por dentro, buscando la complicidad, la evidencia de un criterio estético compartido y, sobretodo, el reconocimiento de la figura del autor. Pero esto pocas veces pasa, y la realidad del consumo cultural es tan plural y diversa como el mundo contemporáneo, pronúnciese mentalmente esta última frase con un cierto matiz sarcástico, por favor. En cualquier caso, si bien hay elementos y artefactos que más o menos es lógico y comprensible que no adquieran un reconocimiento público al nivel de su mérito artístico, hay casoso flagrantes en los que no se puede evitar una cierta rabia contenida, una pequeño pinchazo de dolor intenso por dentro.

Julio Bustamante, el único Bustamante que reconozco, es para mí a día de hoy un amigo y un maestro, un autor a reivindicar, un artista multidisciplinar en búsqueda constante, una persona entregada a la música y a las palabras que debería estar siempre en boca de todo el mundo, referente obligado para todo el que quiera la música y la vida de verdad, con los brazos abiertos y la mirada limpia. Por todo ello le hemos montado un concierto en Barcelona, porque Julio tiene canciones como puños, y tocaremos tantas como podamos, y haremos que las melodías y las palabras de nuestro amigo de Valencia resuenen muy fuerte dentro de todos aquellos que quieran escucharlas, abrazarlas y, por encima de todo, hacérselas suyas.


xesc cabot.