conciertos: cooper, 29/01/11, sala obbio, sevilla

una vez me dijeron que la personalidad siempre se reflejaba en los zapatos y, desde entonces, suelo mirar abajo, aparte de por timidez, para ir conociendo un poco más a las personas. no sé si esa teoría puede tener mucho de cierto (algo seguro que sí), pero sin duda el calzado que llevaba alejandro el sábado no cabe duda de que decía mucho de él, casi tanto como lo hacen sus canciones. porque la música de cooper no se debe a las modas, no depende de ellas y no necesita estar a la última. él tampoco. y por eso aparece con esos zapatos, ese pelado, y una lambretta encima del escenario.

la vuelta de cooper a sevilla, después de cinco años de la última vez, iba a ser en acústico. para ello vinieron alejandro y mario con una lista de las canciones que, según él, mejor se ajustaban al formato y las versiones necesarias para dejar las cosas claras en la hora y pico que duraría el concierto. arrancó con una de retrovisor (cerca del sol), algunas canciones de su último álbum (canción de viernes, el círculo polar) y pronto llegó la primera ajena. la introdujo comentando que él no quería ser (como más de una vez había leido por ahí) el paul weller español y empezó a interpretar carnation de the jam. solo iban tres o cuatro temas, aún no había dedicado cierra los ojos a jaime indinauta y miguel obbio, y ya sabíamos que la noche iba a ser especial.

y lo cierto es que, o el repertorio estuvo escogido inmejorablemente, o las canciones de cooper se ajustan a la perfección a su interpretación en acústico. porque no es habitual que yo disfrute tanto de este formato cuando no es en el que se grabaron los temas originariamente. y en el concierto del sábado todo fue perfecto. incluso con el resto de versiones que hicieron, bordando a ticket to ride y mimetizando el sueño de nacha pop para que pareciese propia, en ningún momento echamos de menos la falta de electricidad.

entre lo bien que sonó todo y los amenos comentarios de alejandro presentando casi cada tema, la noche se pasó volando hasta que, cuando nos dimos cuenta, ya estaban sonando los bises, en los que llegó la versión de alison (ahí confesó alejandro que él, a quien realmente quería parecerse era a elvis costello) y el sur para cerrar una noche magnífica.

y todo, todo, él con elegantes zapatos de tela beige y puntera y yo con zapatillas marrones de rayas.

después, glory y yo se pusieron a los platos para animar la noche con sonidos negros que poco a poco fueron evolucionando hasta llegar incluso al homenaje al pasado de alejandro díez, y nosotros nos fuimos a casa con la sensación de que las cosas siempre deberían ser así y la duda de si esta ciudad está preparada para ello.