prologo a un concierto de los ilegales
en aquel concierto de la expo-92 (al que conseguimos colarnos, porque no teníamos la invitación que el pabellón de asturias fue regalando indiscriminadamente a sus visitantes del día) llegaron los bises con destruye. allí éramos todos jóvenes, borrachos e inconscientes como solo se es cuando uno aún no tiene edad para otra cosa (el primero jorge, que regaló una botella de tinto al público para desgracia de los guardas jurado que tuvieron que perseguirla). toda una vida en un pogo y las gafas de luis volando por el aire. recogerlas del suelo dobladas, mirarlas con resignación, volverlas a poner derechas con las manos y seguir bailando a patadas y empujones es uno de esos momentos históricos que a uno le hacen parecer más importante de lo que en verdad lo fue cuando solo tenía veinte años.
aquel concierto fue mi primer concierto de los ilegales. solo han pasado dieciocho años para el segundo. pero la vida ya no me permite ser joven, borracho e incosciente. solo disimularlo, como antes.
epílogo a treinta años de los ilegales
la banda de jorge se retira. después de treinta años. nadie puede mantener el talento durante treinta años (y eso se nota en su discografía más reciente) aunque sí la chulería y el teatro del rock. siempre hay que seguir pareciendo duro y jorge juega a ello constantemente, sin olvidar nunca que en los ilegales también se muestra acojonantemente efectivo en directo. su banda (en gijón en formato de trío) suena como ninguna y lo bordan con el repertorio porque, esencialmente, aceptan que tiempo pasado fue mejor, y centran buena parte del concierto en su primera década de existencia.
jorge dice que de su primera época se quedaría con la casa del misterio. a mí me parecieron incontestables cuando, con la densa el norte está lleno de frío empalmada con enamorados de varsovia, habrían una recta final donde dextroanfetamina, soy un macarra, caramelos podridos, bestia y el final apoteósico de destruye dieron una lección de lo que es el rock en su despedida de gijón en la playa de poniente, y nos hicieron sentir como cuando nosotros también teníamos treinta años menos. unos ilusos que nos creíamos inmortales.
pero hasta llegar a ese fin de fiesta tuvimos más de dos horas de clásicos enlazados uno tras otro en las que comprendí gracias al público que el rock no se baila, que los rockeros solo mueven la cabeza, hacen air guitar y levantan los puños. y yo mimeticé a la perfección el papel de macarra de medio pelo que (incluso con algún punkie con cresta perfecta, cazadora raída y muñequeras hasta en los tobillos) se repartía allí entre heavies adulterados, cuarentones con pasado turbio, bastante padre de familia curioso e incluso algún que otro guiri despistado que fue desapareciendo a medida que las guitarras fueron brillando en la noche como las navajas del concierto del martes. sí, es lo que tienen los espectáculos gratuitos en fiestas locales, que recogen toda clase de fauna. y aún así funcionan cuando la banda es como la que estaba encima del escenario.
sí, el viernes en gijón se hizo historia. los ilegales dieron su último concierto en la ciudad. y hubo rock, el mejor rock, chulería, nostalgia, mucha nostalgia y, por supuesto, pogo final:
23/8/10
conciertos: ilegales, 13/08/2010, gijón
Etiquetas:
conciertos,
manolodominguez
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estuve tentado de ir a verlos cuando estuvieron en Bilbao con L y T pero era demasiado caro y al final nos dio un poco de pereza ir...
ResponderEliminarQue buenos recuerdos de ese concierto, Luisito, tu y yo manolín, que viejunos que somos coño!!!
ResponderEliminarQUE GANAS DE VERLOS EN PALMA!!!!
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