kings of convenience, palau de la música, barcelona, 6/11/2009

Introducción
El viernes 6 de noviembre fue la primera vez que Kings of Convenience actuaban en Barcelona. Yo era la tercera ocasión que asistía a un concierto suyo, después del Fib 2005 y del Jazzaldia 2008 en San Sebastían. También esta gira de presentación de Declaration of Dependence, su tercer disco, es la primera como tal que hacen por nuestro país.

Nudo
El planteamiento de los conciertos de Kings of Convenience es simple, sencillo y efectivo. Solo dos tipos con sus guitarras acústicas, con el detalle y el menos es más como máxima. Así, poco a poco, tomándose el tiempo que necesitan, presentaron casi todas las canciones de su último disco, buena parte de Riot on an empty street y un par de su primer álbum, Quiet is the new loud.

Como ya se conoce, el show se divide en dos partes, la primera solo ellos dos, donde suena el grueso de su repertorio, canciones como I don't know what i can save you, 24-25, Love is no big truth, Know-how. Ya hacia el final, salen al escenario Davide Bertolini y Tobias Helt y se afrontan esos temas más animados: Boat behind, I'd rather dance with you, Misread, etc. No hay duda de que la contribución de esos dos músicos con el contrabajo y la viola al sonido del grupo es notable, llenándolo de riqueza y llevándo las canciones a unos registros no muy comunes a sus habituales. Los cuatro juntos crean momentos de magia de un a flor de piel constante. Curioso también la enorme empatía que Erlend y Eirik consiguen con el público, metiéndoselo en el bolsillo a las primeras de cambio.

Desenlace
Como comentaba antes, esta es la primera gira en nuestro país de Kings of Convenience y a razón del éxito cosechado y la cantidad de gente que había (todo el Palau de la Música absolutamente lleno y, según la wikipedia, el aforo es de 2049 personas) no debería ser la última. Esa fue una de las cosas que más llamaron la atención el viernes, el público del dúo noruego, realmente, es mucho más amplio de lo que en un principio puede parecer (o a mí me lo parecía, en todo caso). Un público que atendía cada palabra y cada toque de guitarra con suma devoción. La que se han ganado en una carrera que va al alza en cada movimiento.