listas: los mejores discos internacionales de la década

aquel mes de agosto de 2001 todos asistimos al primer más difícil todavía de björk (el segundo llegaría un par de años más tarde con el aún incomprendido medulla). la islandesa se dejaba caer por aquel barranco por el que ya había caído otra gente antes, pero ella todavía no. se dejaba llevar por la electrónica desalmada y fría (idm, hasta podríamos decir), esa que le proporcionaba ambientes tan sugerentes y momentos tan sensuales, esa que le iba a ayudar a definir su cuarto disco con una sutileza epatante

la que fuera líder de los sugarcubes volvía con las energías renovadas a darnos una lección de lo que mucha gente había intentado pero que sólo ella conocía. un disco, el cuarto ya, que para muchos pasó desapercibido por el mega-reconocimiento que tuvo homogenic, el anterior, pero que pronto llamó la atención de mucha gente

björk lo daba todo de nuevo, volvía a recoger la cosecha de su empeño y de sus ganas de ser siempre avanzada a su tiempo y tenía el zurrón lleno de gemas a las que sacar brillo. canciones como hidden place, an echo a stain, pagan poetry o aurora, ¿a quién no le emocionan cuando las oye de nuevo? el que diga que no se estremece con ellas, miente. nuestra reina polar no nos había defraudado, cuatro tiros al centro de la diana de cuatro tiradas, cuatro veces esa diva con muy poco de terrenal y con mucho de enorme, por cuarta vez, la grandeza le hacía justicia. n