los viajes de mi padre a madrid, cuando nosotros aún no levantábamos un palmo del suelo, siempre traían como equipaje de vuelta una bolsa llena de gominolas que por entonces no solías encontrar en tiendas o quioscos de sevilla. de todos los tipos y sabores, formas y colores. de esta forma, para mí madrid era solo eso, una enorme fábrica de gominolas. no importaba el motivo por el que mi padre se ausentaba tan habitualmente de lunes a jueves, sino qué nueva sorpresa nos encontraríamos a final de la semana. verle llegar era empezar a sentir el corazón palpitar más y más rápido hasta que, por fin, sacaba la bolsa multicolor de la maleta y todos corríamos tras ella.
pero poco a poco todo termina llegando también a las provincias y un día tuvimos que confesar que aquellos pequeños tesoros ya podíamos conseguirlos en la tienda de al lado. las cocacolas llenas de azúcar ya no eran la envidia del barrio, ni los ladrillos ni las espirales de regaliz. y entonces las ausencias se fueron esparciendo y las vueltas fueron perdiendo emoción hasta que, un día, mi padre ya no marchó más a la capital.
obviamente, el motivo de que se acabaran las noches en el talgo sevilla-madrid no tenía nada que ver con los cientos de modelos diferentes de gominolas ni nada parecido. con el tiempo fui enterándome, aún sin mucha conciencia, de que mi padre era delegado de los trabajadores de tabacalera, primero infiltrado dentro del sindicato amarillo y con su legalización ya por comisiones obreras, y las reuniones sindicales le copaban buena parte del tiempo hasta que decidió desligarse para quedar como simple afiliado.y por eso en nuestra infancia no solo las gominolas abundaban en casa, sino también los discos de paco ibáñez, víctor jara, serrat, carlos cano y tantos otros. como ese de carlos puebla que incluía el hasta siempre comandante que hace un par de años versionase robert wyatt en el fantástico comicopera. discos que me han acompañado desde la infancia y que ahora guardo con cariño junto a otros de david bowie, velvet, solera, vainica y muchos más de aquellos años que he ido consiguiendo yo a destiempo. discos que mis padres no descubrieron entonces, y canciones para seguir dibujando un diario que empezó en 2003 y, de pronto, viaja a los años setenta casi sin darnos cuenta.
me hubiera encantado comer de esas gominolas llegadas de allende los mares, pero cuando yo era chico ya había en todos los lados
ResponderEliminartengo un don que dios me dio
ResponderEliminarquiero ayudarlos
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