especial nosoträsh, cap. 2. todos hablaron de nosoträsh

La espera del primer disco grande de Nosoträsh fue muy larga. Hasta que llegó a principios de 1998 la intensa promoción que hizó Radio 3 no hacía más que ponernos mucho más nerviosos ante la salida del disco. Hasta que, finalmente, el día de su salida fuímos un amigo y yo a la tienda de discos y nos hicimos con el cd.

Lo vivimos como un gran acontecimiento, porque por fin teníamos en nuestras manos el disco de un grupo que suponía toda una revolución de frescura y ganas de comerse el mundo. En ese momento todos teníamos la sensación de que Nosoträsh iban a triunfar por todo lo alto, con el apoyo de RCA. Luego, como casi siempre en esto de la música independiente, todo se queda en nada. Pero en ese momento Nosoträsh era El Grupo que a todos nos interesaba.

El disco, resultado de ganar en 1995 el famoso concurso de maquetas de Rockdelux que tenía como premio (¿o condena?) un contrato con RCA, era lo mejor que Nosoträsh nos podían entregar en ese momento. Canciones frescas, emocionantes y cercanas. Todo un derroche de espontaneidad mezclado con un entrañable y oscuro espíritu naïf que funciona (y ¡cómo!) en canciones tremendas: Mis muñecas, Botiquín o Punk Rock City.

Nosoträsh siempre ha sido un grupo de productores. Siempre se han sabido rodear de personas afines (Ian Catt, Ibon Errazquin, Xel Pereda o Pedro Vigil), de personas que han sabido sacar lo mejor de las gijonesas. Y tal vez Joaquín Torres no fue la mejor elección para este esperado debut, pero creo que eso no consigue empañar que este disco se haya convertido ya en un pequeño clásico de nuestras discografías.