primero fue russian red, y después de la pequeña lourdes, todo un pelotón de chicas abigarradas a lo folkie por nuestra geografía, de las que sin duda hay que destacar a boat beam. estas nuevas chicas son un trío internacional afincado en la capital que a pesar de mostrar algunas carencias cuando las vimos en directo en febrero, con el disco han conseguido salirse por los cuatro costados
no le vamos a descubrir nada a nadie si decimos que lo suyo poco más tiene que aportar, pero la verdad es que tampoco entendemos que esa sea su única meta. lo suyo va más relacionado con un compromiso estético en lo musical que trata de compaginar el virtuosismo de los violines con la belleza de otros instrumentos menos clásicos
tejen esas capas y capas de tela entreverada de folk y pop al compás de esas cuerdas que tan bien manejan y con esas preciosas voces un tanto infantiles de tal manera que consiguen abrirte la puerta a un mundo mágico y no demasiado explorado. ya desde ese igloo inicial te reciben con la comodidad de unas zapatillas de casa y el calor de un acogedor salón con chimenea
con temas como sleepwalker y colours se muestran algo más pop que en el resto y en cambio con canciones como one becomes two o lion hunt van creciendo en otros terrenos más íntimos. su primer disco se transforma en todo un ejercicio de orfebrería vocal e instrumental a partir de una segunda escucha, gracias a la que uno consigue penetrar en un universo que de primeras cuesta creerse, y que con el tema que cierra, el que da título al disco, todo se explica a la perfección
Darán que hablar. Un disco muy bonito.
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