a nadie, javier corcobado (pias) 2009

ya está, ya lo hemos superado. ya no necesitamos del mundo particular de javier corcobado. nos sobran sus lamentos, sus letras apocalípticas, su voz de crooner del infierno, de profeta de lo evidente. jesús llorente dijo en una entrevista de hace ya unos cuantos años que un día probó a corcobadizar algunos textos, comprobó que le salían de forma automática y se fue difuminando poco a poco el mito. y lo cierto es que tenía razón. es solo cuestión de pintarlo todo de negro, rodearlo de referencias católicas y vestirlas de sexo. los ingredientes del agrio beso.

pero el tiempo, los discos, los años, van pasando, y poco a poco uno se termina por darse cuenta de que no hay impostura en el personaje. porque corcobado sigue en sus trece (jinetes del apocalipsis) y en su mundo de rosarios teñidos de sexo y sangre. en mezclar a manuel alejandro o alfonso santisteban con sus perversiones particulares y en escribir canciones que salen de sus tripas, regadas de discos de raphael, de chanson, de brel y de absenta.

y las canciones de este nuevo disco le muestran en forma, mucho más atinado que con su anterior cd editor de sueños. porque a nadie es un baladón de dramatismo exacerbado, la carta de presentación más desgarrada de corcobado en años. por qué estoy tan triste se acerca a la bossanova y el easy listening sin perder gravedad. en soy un niño incluso cuela unos parapapapás y caballitos de anís es más gitano que lo nuevo de beirut.

corcobado se mantiene aferrado a sus referentes, metiendo ruido al dolor y rozando lo absurdo en sus letras. afectándose en cada estrofa y sufriendo en cada canción. y, a pesar de que muchas veces cae en la sobreactuación (esos gritos de ¡muerte, muerte, muerte! en caballitos de anís obligan a mirar a otro lado y la poesía de françois de vacaciones no creo que hubiera impresionado ni hace veinte años), no hay nada que reprochar a quien tejió su propio traje, el que hace veinte años nos deslumbraba, y que, a pesar de algunos deshilachados, sigue luciendo con el orgullo del eterno perdedor.

de todas formas no voy a decir que me haya vuelto a hacer fan, que vuelva a necesitar que su música corra por mis venas, pero sí que a nadie, su disco de 2009, me ha hecho recuperar la fe en él. aunque solo sea un espejismo que no vaya a durar más de lo que dura el dolor virgen de una herida producida por un corte intencionado en nombre de un dios de alas negras mojadas por el llanto del mar. ¿veis?, ya me he metido en el papel.