esta foto la hizo davis mientras cris acercaba las canciones de family a los beach boys en el baobab, el bar que debió llamarse estrellas y limones y que abrió fran para salvarse y, de paso, salvarme a mí de algo de lo que en realidad solo el tiempo y algunas cartas sin remite podían salvarme. después las cosas no salieron como tenían que haber salido. los fantasmas no desaparecieron con las canciones de la casa azul sino con una espada de madera que llegó por correo y el blanco y naranja dio paso al negro con telarañas terminando con una de las leyendas urbanas menos conocidas del indie local.
pero en aquel bar escuché a roger nichols, my bloody valentine o the field mice un jueves sí y otro también, tuvimos los martes de estrellas y limones, nos trajimos a la buena vida tras un concierto que fue maravilloso por razones musicales y extramusicales e incluso se hizo uno de los homenajes más sinceros que ha tenido ese disco de family que cambió a todos nuestras vidas.
en el baobab conocí a dj señora, a desenfocado, a braulio, a la chica de las gafas de pasta blanca, y escribí unas palabras al revés en una pizarra blanca de vileda para que las leyera amaya aquel martes en el que no se podía dormir porque se nos había metido en el cuerpo el sentido donosti y todo era lo más parecido a algo que es perfecto.
casi sin querer jugamos a ser alguien y fracasamos de la mejor forma que se puede fracasar, intentándolo. como solo fran sabe intentarlo, él a lo bestia y con todo en contra y yo a remolque o ni siquiera eso. y aunque salió mal, yo me empeño en pensar que no solo salió bien, sino que por momentos incluso salió perfecto. a pesar de que ninguno de los que estábamos por entonces allí teníamos nada a favor. como en una reunión de alcohólicos anónimos que en el fondo no saben ni por qué beben ni se les ocurre qué contar en esas absurdas ruedas de confesiones. cada uno con su fracaso personal pero jugando a todo lo contrario.
y arte y ensayo, uno de los nuevos temas de sundae, me recuerda al baobab, a esos días en los que yo en vez de ayudar tenía que ser el ayudado, y se me pone la piel de gallina porque sí. porque entonces andaba tan perdido que ni una canción de shizuka me sacaba de mi vida en estresemana y ahora, aunque las cosas han cambiado de forma que casi parece que aquellos meses solo fueron el guión de una estúpida película francesa, yo vivo con la nostalgia de lo que fue y, especialmente, de lo que pudo haber sido. a pesar de casi todo.
si quieres (porque debes) escuchar arte y ensayo, pásate por el myspace de sundae.
23/2/09
canciones: arte y ensayo, sundae.
Etiquetas:
canciones,
manolodominguez
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una canción muy chula, casi tanto como tu texto... puntazo berlanga que me encanta
ResponderEliminarMe temo que el que ahora anda perdido soy yo y no hay baobab en el que refugiarse...
ResponderEliminarUna entrada preciosa sobre lo que fue el baobab, de verdad.
ResponderEliminarhabrá que inventarse otro baobab, fede.
ResponderEliminarrecordaba las noches baobab por lo de después: bailar astrud en el mundo, el mezcal y la ensaladilla rusa desayunada en los niños del flor, todo ello cargando con la maleta de dj señora. por alguna extraña razón casi había olvidado el mejor homenaje a family, la pizarra blanca, a fran cantando a raphael y a lbv sin iranzu.
ResponderEliminares verdad, es nuestra leyenda desconocida, y probablemente por eso es leyenda... pero está muy bien tenerla ahí guardada para sacarla en momentos perdidos. gracias.
me ha emocionado tu texto, precioso... gracias.
ResponderEliminarbaobab no fue un éxito, tampoco un fracaso. fue parte del camino. un intento más de acercar nuestras vidas a lo que queremos que sean. en su momento cumplió su función, y hoy me asoma alguna lágrima al comprobar que sigue presente en la nostalgia de algunos corazones.
ResponderEliminary por momentos incluso fue el estrellas y limones.
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