La escena era esta: un bar del tamaño de un habitación más o menos grande, dos micros en el centro, uno para Francisco Nixon y otro para Ricardo Vicente. Una guitarra acústica y otra eléctrica y nosotros alrededor, más bien enfrente. Así volvía Francisco Nixon a Mallorca, después de su primera visita presentando su primer disco en solitario, Es perfecta, hace algunos años. Yo creo que allí nos reunimos unos cuantos amigos, y de repente Fran y Ricardo se pusieron a tocar unas canciones.
Canciones de La Costa Brava como El cumpleaños de Ronaldo, Amor bajo cero, Treinta y tres, Adoro a las pijas de mi ciudad, Déjese querer por una loca o Canción de regalo. Canciones de Fran y de Ricardo ya publicadas bajo sus nombres como Me casaré cuando me enamore, Nadia, Inditex, Brackets, Museo británico, A cielo raso o una versión de La vida sigue igual de Julio Iglesias.
Canciones entrañables que en directo son capaces de no quitarte la sonrisa de la boca durante toda la noche. Fran y Ricardo ya son veteranos en esto y eso nos lo hacen notar en la seguridad con la que defienden sus historias en las cortas. Historias tan cercanas (sí, por extraño que parezca, también con las crípticas y visuales letras de Vicente) que es imposible no verse en ellas.
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es sorprendente la cercanía que desprenden las actuaciones de nixon después de veinte años haciendo música e incluso algún hit relativo. cuando muchos llevarían ya años harto, él sigue ahí. chapó.
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