cuando ray loriga escribió sobre aquel concierto de los smiths, a mí su texto me supo a comida prefabricada, a mentira adornada con drogas y rock'n'roll, a refresco de polvos con fucsina. y yo, iluso, quise llegar a la verdad, saber a través de alguien que sí estuvo, o que sí sintió, todo aquello. la respuesta, esta no-crónica, es un texto que tira a la basura mis absurdos delirios de nostalgia y me ayuda a volver a un presente que muchas veces olvido. hoy hemos invitado a la página de la nadadora a
Ignacio CerillasGaribaldi. algo más que un honor, un orgulllo:
Conocí una Nueva Ola surgida del Punk y hubo una Movida.
La Nueva Ola nunca se terminó -ni empezó en el Punk, por supuesto- pero nuestra circunstancia fue cambiando y nos iba alejando de esa realidad, esa realidad siempre escondida, oscura, minoritaria y rica, muy rica en sonidos y sentimientos. Cuando creces, piensas que el fenotipo acabará anulando tu herencia genética y muchos la dan por muerta, por vencida, se enorgullecen de haber superado su legado vital a base de esfuerzo, renuncia y autocomplacencia en mundos ajenos a sus raíces. Unos pocos no cambiamos nunca, por mucho que nos disfracemos.
Hubo una Movida, que seguramente terminó ese 18 de mayo de 1985 en el Paseo de Camoens de Madrid, mientras los niños entregaban los gladiolos a los Smiths. No éramos conscientes de los hechos que se sucedían; ya estábamos dedicados a inventarnos y construirnos una vida y la rutina te alejaba de esos escalofríos que surgen de la melodía embaucadora, de la novedad irrepetible o del descubrimiento de los acordes que tanto amas en los ancestros del pop.
Sin enterarnos, la Nueva Ola seguía viva en cualquier rincón de Bristol, Dublín, Silver Spring, Oxford ;-), Christchurch, Brisbane, Glasgow o Donostia y continuaba rizándose y rizándose para que su cresta no decayera, pero ya estabas tan involucrado en el Sistema que denostabas la Movida, por vieja y artificial, y te habías olvidado por completo de la novedad, de la música, de la búsqueda en definitiva, creías que la Nueva Ola ya no existía. Dan Treacy seguía ahí, ya te había quemado por dentro, pero eras incapaz de prestarle la mínima atención.
Pasa la vida anestesiada, aletargada, pero eres feliz, orgulloso y complaciente, es el verdadero tiempo de la inconsciencia, y, de repente, escuchas Stop and Think It Over y The Way We Live Now. Un fogonazo. La chispa apagada que hasta entonces era incapaz de prender, vuelve a encender tu vida e ilumina el camino para descubrir que los Smiths son ahora el referente, que los entonces denostados Beach Boys han desbancado a los Beatles y que el folk (jipi le decíamos) y el blues que Dylan mamó de Guthrie y Johnson han abierto inmensas esferas de exploración a las grandes bandas del momento. El Gram Parsons que nadie escuchó en su día por aquí es el nuevo gran maldito de todos los malditos del rock'n roll.

Y mientras los Stones Roses sentaban las bases y levantaban una muralla que no dejaban ver más allá, la Nueva Ola cabalgaba a lomos de cintas de cassette del 86, con murciélagos de las antípodas, por carreteras There and Back Again, homenajeando a Carlos mientras bailaba y engañando a Velocity Girl con singles y EPs cantados por Pam Berry para Black Tambourine. Si algo me ha abierto los ojos en mi letargo, ha sido el rescate de esas canciones escondidas en reproducciones mecánicas imposibles de conseguir. Black Car de Black Tambourine: eso es la Nueva Ola.
El concierto de Camoens debió ser lo menos trascendente de lo que ocurriera en aquellos años, muy pocos asistieron al nacimiento de esa aventura indie que lleváis años disfrutando, muchos fueron a ver morir la Movida y, la gran mayoría, pero la gran mayoría, no tenía ni papa de lo que ocurría, pero había que estar allí, llámalo Rock in Río o U2 en el Bernabeu....
Y yo, que escucho Shadows con aprehensión, me doy cuenta que la vida no estriba en recordar el concierto de los Smiths en Camoens, sino en surfear en la cresta de la ola para mirar atrás, esperar y ser consciente de que cada día llega una Nueva Ola....