
y eso me llevó a hacerme una pregunta de la que imagino la respuesta. porque igual que en una pareja no tienen por qué coincidir los gustos musicales, ¿es posible enamorarse de un artista del que no te guste lo que hace? ¿enamorarse solo por la persona y no por su obra? me imagino, por ejemplo, a javier aramburu con novia amante del heavy metal, cantándole su recién compuesta “dame estrellas o limones” y ésta comentándole como respuesta que vaya mariconada de canción, que si quiere conquistarla de verdad le haga una versión del “still loving you” de scorpions, que eso sí que pone los vellos de punta.
supongo, claro, que la novia de micah sí estaría feliz de escuchar a su pareja cantarle
esa canción anoche allí arriba, que no le importa ése pequeño mal rato de pasar durante cuatro minutos del anonimato del backstage al protagonismo que habitualmente pertenece solo a él por lo que le aporta personalmente su música y lo que ese detalle en realidad significa. algo parecido, a distinta y menor escala, a aquella vez en que utilicé esta foto de aquí abajo que nos hizo davis como portada de la página de la nadadora o a cada vez que intento, en vano (será, claro, que yo no tengo la fuerza de convicción del cantautor), que amaya escriba en este blog.

yo prefiero observarte sonriente sentada en un lateral ¡¿dónde va a parar?!
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